Si tuviéramos la capacidad de leer al revés lo que nos dicen cada día prensa, radio y televisión, nuestra conclusión sólo podría ser una: en este país los acontecimientos nos atropellan, peor aún, nos devoran sin posibilidad alguna de reacción, sin que podamos eludir la fuerza vertiginosa de una corriente que nos arrastra hacia el abismo. Y es ahí, precisamente ahí, donde podemos apreciar en toda su magnitud la ausencia de liderazgo que nos aqueja.
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